Necesitamos comparar para medir, para crecer, para encontrar las mejores prácticas, y para un sinfín de cosas más; pero la comparación también puede ser tóxica y destructiva.
Al pensamiento comparativo, así como tal vez todo en la vida, sería prudente ponerle parámetros.
Aquí algunas ideas que me han servido personalmente, así como con mis clientes:
- Llegar a una meta es el ideal: divide el trayecto en fases
- Lo que veas “al final del túnel” es posible para ti, pero no necesariamente en los tiempos que esperas: puede ser antes o después
- Solo tras la primera fase es que entonces tienes resultados para compararte
- Solo compárate contigo mismo/a, sólo compara a tu equipo o tu familia con su propio performance
- La mejor forma de presionar para lograr más y mejor es creando las condiciones, proveyendo los recursos e instalando hábitos para crear y llegar a donde quieres.
- Cultiva el pensamiento compasivo, amoroso, de cariño para el trayecto. Sé bueno contigo, trátate bien.
Si quieres aportarme algo, serán muy bienvenidas tus palabras; escríbemelas en este mismo correo.