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No sé si te acordás pero hace 10 meses cuando nos mudamos, mi mamá nos regaló 6 jazmines para poner en la entrada de casa. La idea era que hagan una enredadera verde que separe un poco la casa de la calle y que además en primavera nos llene de flores.

Las trasplantamos en agosto y les costó arrancar, supongo que por el clima. En el medio tuvieron la famosa y devastadora invasión de hormigas que casi las deja fuera del mundo de los seres vivos. Después del ataque feroz les llevó un tiempo repuntar pero finalmente hubo un momento en donde empezaron a crecer.
 
La cosa iba súper hasta que me di cuenta que solo crecían para arriba en vez de hacer una enredadera.
 
Y es acá dónde entra en juego el título del mail de hoy.
 
Claramente la enredadera no se iba a dar tan naturalmente como pensaba. Si quería seguir mi deseo de tener una pared verde necesitaba acompañar cada mini ramita a que tome una dirección distinta. Alias, tenía que intervenir. 
 
Con una paciencia digna de una monje zen me puse a desenredar el manojo de ramas semi bebés que habían ido para arriba para empezar a entretejerlas de una forma diferente. 
Vos para acá, vos para allá. Era como peinar una cabeza que no se quería peinar porque todo lo que armaba, medio que el otro día se volvía a desarmar.
 
 
En el medio más paciencia pues la planta no crecía ni al ritmo que a mi me gustaba ni se acomodaba tal cual yo quería.  A veces, sin querer y por acelerada rompía alguna rama por querer forzarla a moverse de más. 
 
Fue y es todo un aprendizaje ver y sentir e intuir hasta dónde pueden ciertas ramas llegar.

Todo esto que parece que no tiene ningún sentido, viene porque en más de una ocasión mientras estaba en pijama acomodando las nuevas ramas pensé en todas las veces que medio sin querer, terminamos yendo a lugares a los que en realidad, no teníamos muchas ganas de ir.
 
Alguna vez te preguntaste, ¿Cómo %#"& fue que terminé acá?
¿O por qué hace tanto tiempo que me siento así?
 
Creo que es un laburo diario (como el del jazmín) parar un ratito a ver hacia donde estamos yendo.
 
Los caminos no son lineales ni mucho menos, pero podemos tomarnos 5 minutos para preguntarnos ¿Qué hice hoy? ¿Cómo se sintió? ¿A dónde creo que estoy yendo?
 
Habrá dias en donde caminemos más para un costado, otros para arriba, otros para abajo. Un día solo no hace ninguna diferencia pero si empezas a registrar y a escribir, con el tiempo vas a empezar a ver que hay  una dirección.  
 
Un punto solo en un mapa no dice nada, pero 100 puntos puede que te marquen alguna ruta.
¿Te entusiasma el lugar al que estás yendo?
 
¿Es cansador hacer este registro? Si, porque en el medio están las 13 mil otras responsabilidades, que la casa, que el trabajo, que los hijos, que x cosa con tus amigas, con tu hermana, con tu papá. Cosas para prestar atención hay varias.
 
 El automático muchas veces nos juega en contra. El acelere y la infinidad de tareas también, pero si nosotras no paramos a pensar, nadie más lo va a hacer por nosotras.
 

 Si hacer este ejercicio diario te da ansiedad te propongo que solo tomes un área de tu vida y te concentres ahí. 
 
Acá es domingo y si Vito sigue sin fiebre vamos a recibir a mi hermana para festejar su cumple.
 
Como siempre te mando un abrazo grande grande!
Flor
 
Datos random sobre mi vida
 
1- Me gustan las montañas rusas.
2- Terminé de leer ¨La bailarina de Auschwitz¨ y uff.
3- Dije que no me quería anotar a nada nuevo y me sumé a un taller de diseño de interiores.
4- Ser humana y madre a veces me resulta difícil. 
5-Heredé de mi padre el arte de ensuciar mil cosas cuando cocino.
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