Estar a 11.000 km lo hacía de alguna forma irreal, pero mamá y papá que te habían ido a despedir me recordaban que esto si era real. Que ya no estabas más.
Más tarde me enteré que había sido una trombosis, que porquería.
Saber que te fuiste por eso me shockeo. Para ese entonces tenía la panza toda llena de moretones por el anticoagulante que me tenía que autoinyectar.
Tu muerte Sofi fue el impulso para dejar de mentirme. Siempre digo que si hoy estoy acá, escribiendo este newsletter y no en otro lado siendo infeliz fue en gran parte por vos.
Sentí ese momento como una nueva oportunidad. Fue el cachetazo para dejar de pelotudear y hacerme cargo de lo que me pasaba por dentro.
Que injusto que tengan que pasar estas cosas para despabilar.
Ojalá realmente pudiésemos tomar cada día como una nueva oportunidad.
A veces me hago problemas por cada pelotudez.
A veces me olvido que puedo salir del automático y elegir diferente.
Creo que tu legado más importante para conmigo, además de recordarme del sonreir, fue el animarme a buscar aquello que me expandiera. Fuiste esa chispa o más bien, el fogonazo que lo incendió todo.
El 6 le escribí a tu hermana, porque aun cuando la vida sigue, acá te seguimos recordando, con risas, con canciones y en especial con el recuerdo de ese día cuando eramos chiquitas y con tu hermana te revoleamos una cucaracha en el pasillo de tu casa ¿te acordás ? Espero que sí, o no jaja. Yo cada vez que me acuerdo sonrío.
Estés donde estés te mando mate, un poco de los lagos del sur que tanto te gustan y un abrazo eternamente grande.