Quería arrancar con otra cosa, pero ni bien me senté me acordé de la peli la terminal de Tom Hanks ¿La viste? Si no, podés tener algo bueno para ver este domingo (Dato de color: En casa lo amamos a Tom Hanks).

En modo spoiler, te cuento que se trata de una persona que al bajar de un avión se entera de que su país como tal no existe más. Sus documentos no sirven y no puede ni entrar al país al quería visitar ni salir de el, queda como ¨atrapado¨ en el aeropuerto.  Para complicarlo todo más, no habla el idioma local ni entiende las ¨reglas¨ del nuevo lugar que le toca habitar (La sala de tránsitos). Para ponerle más ansiedad al asunto, tampoco sabe cuánto tiempo se va a tener que quedar: simplemente tiene que esperar.

Creo que la mayoría de crisis vitales (por no decir todas) viene con este estadio de limbo incluido en el paquete. Este espacio de espera en donde no estás ni acá ni allá, que para bajarlo un poco a la realidad, lo podríamos traducir a: Ya no soy quien era pero tampoco tengo idea quién soy o quién quiero ser. 

Este limbo es incómodo. Creeme, lo sé, desde septiembre del año pasado que estoy habitando uno. Ya te contaré de esto más adelante.

 

El tema creo no es el limbo, sino lo que nos pasa con esa espera. Siento que lo que más nos molesta es vernos ¨detenidas¨ mientras que vemos a los demás moverse sin mayores inconvenientes ¿Por qué ellos pueden avanzar y yo no? 

 

Si tan solo pudiésemos prestar más atención hacia adentro que hacia afuera, las cosas serían mil veces más livianas y fáciles. 

 

 

Ahora vayamos un poco al lado luminoso del asunto. Esta espera nos da espacio para la integración. Pero como no quiero que todo esto quede como una poesía en dónde no se entiende nada hagámoslo bien práctico y hablemos de un proceso de gestación.

 

 ¿No sería traumático que un embarazo dure solo dos días?  Imaginate, quedas embarazada un lunes y el miércoles ya entrás en trabajo de parto. No hay psiquis que aguante, no hay manera de prepararse en tan poco tiempo para semejante cambio!

 

Mi hipótesis, cero fundamentada por la ciencia aclaro, es que los 9 meses de gestación son más para la madre que para el bebé. Estoy convencida que es el tiempo que necesita la persona que gesta (como también el entorno) para entender el cambio que están por vivir. 

 

El cuerpo cambia, la energía cambia, el foco cambia, las preguntas cambian, las emociones cambian. Y si bien nada puede prepararte al 100% para todo lo que se viene, esos 9 meses son vitales para ir entrando en calor.

 

Sé que estos procesos de cambio son molestos, pican e incomodan, lo sé. Aún así, si ahora estás transitando un limbo de deseo, de identidad, si gestando una nueva versión de vos  que no termina de salir, te invito a que lo veas como un espacio profundo de autoconocimiento y de integración. 

 

 

Ahora si fin del news, te mando un abrazo grande!

Hasta el próximo domingo.

Flor

 

 

 

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