En lo personal lo que busco en un espacio de mentoría es que me desafíen. Que me suban la vara, porque para quedarme en lo seguro y conocido, me quedo en casa y ahorro tiempo y plata, pero también aclaro que no soy kamikaze y no busco romperme en el camino. Encontrar el punto (de sano desafío) se torna vital. Estirarme, desafiarme y crecer pero con la consciencia del descanso para integrar todo lo que se va moviendo en el camino.
Lo paradójico de esto, que es que todo esto lo aprendí en mis años de multnacional. Los mejores jefes que tuve fueron los que me llevaron a un lugar de desafío power pero controlado. Encontré en estos espacios una adrenalina interesante y una satisfacción enorme por cada paso que me hacía crecer.
El desafío que busco en las mentorias o espacios de autoconocimiento que tomo no son solo hacia hacer cosas nuevas sino también a abrir la perspectiva y ver otras posibilidades que antes eran invisibles para mi.
¿Me resulta cómodo todo esto? No, la verdad que no. Pero a esa altura sé que transitar esa incomodidad es la que me lleva a tomar contacto con una nueva versión.
También y como no soy un robot, busco la empatía de alguien que ya recorrió ese camino. Que sabe que estos estiramientos son incómodos y que puede guiarme para que lo pueda transitar de la mejor manera posible.
Como yapa, alguien con quien tenga buena onda y me sienta cómoda.