[Cifra]: ¡Wowh! Neo, vaya, me has dado un susto de muerte.
[Neo]: Lo siento.
[Cifra]: Tranquilo.
(Cifra apaga algunos monitores y solo quedan encendidos en los que se ve el código de Matrix)
[Neo]: ¿Eso es...?
[Cifra]: ¿Matrix? Sí.
[Neo]: ¿Siempre la ves codificada?
[Cifra]: No hay más remedio, el traductores de imagen trabajan para el programa del constructor, pero hay demasiada información para descodificar Matrix. Llegas a acostumbrarte, yo ya ni veo el código, solo veo una rubia, una morena, una peliroja... Eh, ¿te apetece tomar un trago?
[Neo]: Claro.
(Cifra le sirve a Neo de una garrafa)
[Cifra]: Escucha, sé lo que piensas porque yo estoy pensando lo mismo, en realidad llevo pensándolo desde que llegué aquí: ¿por qué demonios no elegí la pastilla azul?
______
Yo tomé la roja.
Y ahora, como Cifra, veo un INCI y entiendo el alma de un producto.
La intención de quien lo formula.
Las sinergias entre los ingredientes.
La dulce melodía que desencadenan en tu piel.
Y me da escalofríos solo pensar en todo el amor, la dedicación y el cariño que hay detrás de un producto bio.
Estos días he podido conocer de cerca tres de las novedades de este otoño de Ringana y te juro que me ponen los pelos como escarpias.
Pero no te voy a aburrir con disertaciones largas sobre cada uno de los ingredientes de la larguísima lista de principios activos.
Solo un apunte.
Una cosa que te llevas para ti para siempre.
Toma nota:
En cosmética, como en la vida, podemos hacer las cosas de muchas maneras.
Una de ellas es formular para afuera.
Champús que hacen mucha espuma, con muchos colores y aromas para que mientras te duches tengas una experiencia orgásmica (o eso parece en los anuncios), pero no te fíes de los orgasmos en los anuncios.
Es todo fingido.
La otra forma es hacerlo para adentro. Con ingredientes buenos para tu piel y para tu organismo, sin aspavientos ni anuncios placenteros.
Los primeros champús los tienes en cualquier tienda, en cualquier planta baja del centro comercial, en cualquier supermercado o farmacia. En realidad da igual.
Mira entre sus compuestos, si en los primeros puestos ves el Sodium Laureth Sulfate, ya puedes dejar de leer. Luego vendrán los PEG, los Polyquterniums, el Phenoxyethanol o las sothiazolinonas.
Todo la misma mierda.
Lega, pero mierda la fin y al cabo.
Los segundos son difíciles de conseguir.
Traer la experiencia sensorial a la que estamos acostumbrados sin siliconas ni surfactantes agresivos es complicado de narices.
Pero hay marcas a quienes les ponen los retos. Y Ringana es una de ellas.
Se ha sacado de la manga dos champús y un tratamiento capilar que van a dar mucho que hablar.
Yo estoy flipando con ellos.
Te los dejo abajo para que leas el INCI y veas una rubia, una morena o una pelirroja.
eso sí, con un pedazo de infarto, sano y bien cuidado.
Y hoy hasta las 23.59 tienes estas pequeñas maravillas (muy concentradas, usar con precaución), con un 20% de descuento.
Si nunca has comprado en Ringana con el código NINABENITO tienes 20 euros de descuento por compras de más de 50 euros ¡no lo dejes pasar!