Viste que cierra Lechuga Café? —me contó Maru (mujer Fan y dueña de Frau Hande).
¿Qué?! —dije.
Escuchar la noticia me sorprendió. El lugar siempre se veía con mucha gente y daba la sensación de que funcionaba bien. Y sí, efectivamente fue así. Pero cuando vi el reel de María contando el porqué del cierre, la entendí.
En muy pocas palabras, y tratando de citarla lo más textual que me sale, dijo:
"El espacio que construimos es hermoso, pero no es un espacio conectado a la vida que queremos tener... Estoy orgullosa de cerrar algo grande, porque el ser humano cuando logra algo grande no lo quiere soltar... porque frente a la sociedad pareciera que ‘ya lo lograste’... Es hermoso sentirse libre y estoy orgullosa de escucharme."
¡Fa! Por dónde arrancar, no?
Cerrar algo que funciona, que te dio (y te da) reconocimiento, que la gente asocia con vos, no es fácil. No nos enseñaron a soltar cuando algo va bien. Al contrario, el mensaje suele ser: "Si llegaste hasta acá, ¿cómo lo vas a dejar ir?" El afuera nos dice que lo cuides, que lo sostengas, que no lo desperdicies.
(Porque, en el fondo, el mensaje es claro: el éxito y el reconocimiento pesan más que lo que sentís. Más que lo que querés.) Por dios que BRONCA que me da.
Bajarse de un barco en movimiento cuesta.
Y aunque a mí (como a muchos de sus seguidores) me dé mucha pena que cierre Lechuga Café, me paro arriba de la silla y la aplaudo. Su valentía me inspira.
María y Andi, su pareja vuelven a sus orígenes y se quedan solo con lechuga tienda.
Porque como dijo Cerati: "Poder decir adiós es crecer."
Ahora para vos, ¿Qué vida querés vivir?
Te mando un abrazo grande,
Hasta el próximo domingo.
Flor