A veces esa revolución (de la que hablaba Agamben)
“No hay revolución que no comience con una revolución en nuestra experiencia del tiempo.” llega con una crisis, como me pasó a mí.
Y otras, llega con algo tan enorme y disruptivo como es la maternidad.
Hoy lo veo en amigas que están debatiendo si volver o no a la multinacional después de su licencia (incluso en contextos amorosos, con políticas de maternidad amplias y jefxs empáticos)
La maternidad también es una revolución: del tiempo, del deseo, de las prioridades, de mil millones de cosas.
Porque en el fondo, esa frase de Agamben no habla solo de revoluciones políticas o filosóficas, si no también de nuestras revoluciones internas.
De ese instante en el que algo cambia en cómo vivimos el tiempo: cuando una se vuelve madre, cuando algo se rompe, cuando una certeza cae.
A veces ese cambio llega con dolor, otras con ilusión, pero siempre trae un antes y un después. Y quizá, si prestamos atención, esa pequeña revolución del tiempo sea el primer paso hacia la vida que queremos construir. Hacia la vida que HOY queremos construir.
Revolucionar la forma en que habitamos el tiempo es, tal vez, la manera más profunda de reinventarnos.
Pero yendo a vos, ¿a dónde te lleva todo este mail?
“No hay revolución que no comience con una revolución en nuestra experiencia del tiempo.”