Los romanos tenían las Saturnales y el Sol Invictus. También las bacanales pero eso pertenece a otro tipo de newsletters.

 

A finales de año celebraban grandes fiestas con familiares y esclavos dedicadas a Saturno (antiguo dios de la agricultura) se intercambiaban regalos, organizaban grandes banquetes y bebían una copita de vino en cada comida. Estas fiestas coincidían con el solsticio de invierno y la noche más larga. Un momento sombrío que por fín tenía los días contados.

 

Un Papa y un emperador random mezclaron esta celebración pagana con el cristianismo y dió como resultado la Navidad: una fiesta de dos meses donde se celebra que una mujer tuvo un encuentro con una paloma (explicación, por cierto, poco científica).

 

A creativos no nos gana nadie, señor emperador romano. Dentro carta navideña:

Así como existe la Isla de Pascua, existe la Isla de Navidad, porque nunca hay que dejar de plasmar las hazañas de Jesucristo, ni si quiera en términos geográficos.

 

El 25 de diciembre de 1643 el coronel William Mynors desembarcó en la isla de Kiritimati, al sur de Indonesia. No se puede clavar bandera sin un cambio de nombre (esto es de primero de colonización) por lo que decidió ponerle Christmas Island.

 

No hay un solo pino, ni una chimenea donde poner el papa Noel de marras, ni por supuesto ha nevado ni nevará jamás porque la temperatura media es de 28º. El nombre empieza a parecernos publicidad engañosa.

 

Años después ni siquiera se celebra la Navidad porque la población cristiana es minoritaria. Cualquiera diría que el tal Mynors en realidad desembarcó el 28 de diciembre y nos quiso gastar a todos una broma inolvidable en un alarde de humor británico.

 

En la actualidad pertenece a Australia, pero en su día formó parte de la "Micronesia española" una serie de colonias tropicales que teníamos allá por 1899 y que no pudimos defender. Las vendimos por 25 millones de pesetas. Años después, un historiador demostró que esta isla no aparecía en los mapas y, por lo tanto, no formaba parte del acuerdo pero España nunca la reclamó, dando como resultado una curiosidad diplomática inexplicable.

 

Tiene una de las maravillas naturales de la Unesco: la migración de más de cien millones de cangrejos rojos (Gecarcoidea natalis), que curiosamente viven en las montañas y han de atravesar toda la isla para desovar en el mar. En noviembre se monta la marimorena en las carreteras de la isla y empieza la marea roja.

Podría parecer que ninguna fuerza es capaz de amedrentar a esta legión armada hasta los dientes de pinzas y quitina, pero en toda historia hay un villano: La hormiga loca amarilla (Anoplolepis gracilipes). Un depredador tan minúsculo como despiadado que compensa lo que le falta en tamaño con armas químicas: utilizan ácido fórmico para cegar y luego devorar a sus víctimas.

Y si tenemos villano, nos falta el héroe: Tachardiaephagus somervillei, una micro-avispa parásita que puede controlar a las hormigas sin alterar el resto de la fauna. La naturaleza no da puntada sin hilo.

 

Yo no sabría dónde comprar avispas asesinas al peso para defenderme de mis depredadores pero por suerte hay gente que sí. Y esta es la historia de cómo unas avispas muy pequeñitas salvaron la Navidad.

Observad su movimiento, se desliza con gustosidad (inventándome palabras, why not) por el océano con suaves aspavientos tan gráciles como una danza coreografiada por el Ballet Nacional Ruso. Es un ángel del mar, una delicada visión etérea más propia de mezclar vino blanco con ayahuasca que de bucear en los mares de Rusia o el norte de Japón.

Estas diminutas babosas marinas (Gymnosomata) que se han ganado una distinción celestial, pueden medir hasta 5 cm, son hermafroditas y semitransparentes. Basta con mirarlos para ver sus órganos internos y sus gónadas. Es fascinante poder ver su anatomía aunque no entendamos absolutamente nada de lo que está pasando.

 

Sería un error confundirlas con sus parientes las mariposas de mar, ya que estas son su almuerzo favorito. Como dato, se les llama mariposas pero en realidad son caracoles (esto parece otra obra del coronel Mynors).

 

Y ahora viene mi dato preferido para siempre: La comunidad científica les considera “los canarios de la mina". Los canarios se utilizaban en las minas de carbón porque son más sensibles que los humanos a gases como el monóxido de carbono y la disminución de los niveles de oxígeno. Si el canario moría, significaba que se estaban acumulando gases peligrosos y que los mineros debían abandonar la mina inmediatamente. Ahora se utiliza para referirse a cualquier "especie centinela", cualquier especie que refleje señales de alerta temprana peligrosa para los humanos o el ecosistema.

 

Las mariposas marinas son muy susceptibles a la acidificación de los océanos, sus caparazones se erosionan rápidamente y eso afecta a su capacidad para nadar bien. Así que si las poblaciones de mariposas marinas disminuyen, tenemos que comprobar los niveles de la zona. 

 

Han sobrevivido a una extinción masiva, pero no sabemos si podrán con la crisis climática.

¿Pensando en hacer una buena obra estas fiestas? Queremos proponerte una cosa que no te va a costar ni tiempo, ni dinero.

 

Hace unos meses perdimos el acceso a nuestra cuenta de Instagram por culpa de algún jarquer turco. Es la segunda vez desde que se inventó Instagram que empezamos de cero. Es agotador hacerlo tan mal, tenéis que ayudarnos. Más de medio año de acreditada inoperancia en nuestra cuenta avala nuestra súplica: Ayuda a tu centro de buceo de referencia.

 

💝 Síguenos en nuestra otra cuenta 💝

 

Será tu buena acción antes de que acabe el año, te redimirá de todos tus pecados de 2023, que espero que hayan sido muchos y placenteros.

 

Haced realidad nuestro único deseo.

Y por último, agradeceros el tiempo que nos habéis dedicado tanto bajo el agua como leyéndonos.