El año pasado cuando estaba en un retiro al que fuí como participante (no como organizadora) tuve un momento de epifanía.
La maestra comienza a dar su charla sobre los chakras, pero lo que yo no imaginé, es que después de escuchar lo que ella diría, muchas piezas de mi vida iban a encajar…
“Las personas de primer chakra son personas que aman la vida simple, trabajos simples, casas simples… Su naturaleza es la simplicidad, la sencillez, vida sin complicaciones.”
La charla continuó, pero esas palabras quedaron resonando en mi…
Tal vez, para las demás personas, esas palabras pasaron desapercibidas, y es que definitivamente escuchamos lo que necesitamos.
Yo necesitaba escuchar esas palabras.
Necesitaba que alguien validara lo que por siempre había sentido, pero me daba vergüenza reconocer, porque parecía incorrecto con el mundo en el que vivía.
El mundo en el que vivía sólo me mostraba dos opciones:
O eres super exitosa, reconocida, con un gran trabajo o empresa, con muchos millones en el banco, carro, casa, viajes, lujos, vida social, más viajes.
O eres fracasada. Punto final.
¿Pero dónde quedó el punto medio?
¿Dónde quedó la opción de simplemente hacer lo que te gusta, mientras ganas el dinero que necesitas para vivir cómodamente, pero sin sacrificar tu tiempo, porque ese tiempo prefieres usarlo en vivir?
¿Dónde quedó la opción de no tener que ser extraordinaria en todo?
¿La opción en la que no quieres trabajar horas extras porque con lo que tienes ya es suficiente?
¿La opción de tener una vida sencilla?
Por muchos años y hasta ese día pensé que esa opción era incorrecta.
Que yo estaba mal.
Que me conformaba con poco.
O tenía una vida extravagante o era fracasada.
Me creí la ideología de más dinero, más clientes, más trabajo, más casas, más viajes; si quieres ser feliz necesitas más, más y más…
Pero eso nunca se sintió del todo bien, nunca terminó de encajar, porque iba en contravía de lo que en realidad es importante para mi en la vida.