Somos más que la suma de nuestras partes |
|
«¡Me rindo!», dije entre dientes. «¡Me rindo!», me atreví a decir en voz alta. «¡ME RINDO!», grité finalmente. Fue como si un corcho saliera a presión de mi garganta. Mis pulmones quedaron sin aire de la exhalación tan profunda después de pronunciar esas palabras. Cerré los ojos durísimo y salieron muchas, muchas lágrimas que estaban estancadas por un dique que me había construído de pura postergación, de “todavía no”, de “cuando tenga tanto ahorrado…”, “cuando me den el crédito de la hipoteca”, “cuando, cuando y cuando…” |
|
“El todo es más que la suma de sus partes”. Aristóteles |
|
¿Sabes cuando rompemos un huevo para cocinarlo, pero después nos arrepentimos y ya no hay forma de guardarlo o devolverlo a la cáscara? O sea, más nunca va a volver a su forma original. Así es la consciencia en el proceso de autoconocimiento. Cuando te montas en ese barco y empiezas a ver, ya no puedes dejar de ver, ya no lo puedes borrar, ya no lo puedes ignorar, no hay Ctrl+Z o algo por el estilo. Al contrario, cuando ves y quieres dejar de ver, tiene un costo y por lo general sale bien caro. Es el costo de aferrarse a los miedos. |
|
Cuando me propongo algo nunca lo dejo a medias. Así me lleve mucho tiempo, lo termino. Sea un rompecabezas de 2000 piezas o el rompecabezas interno que encontré cuando me metí de lleno en esto de vivir en consciencia, haciéndome cargo de mí. Hablando de rompecabezas, mi mundo interior se parecía más a una torre de Jenga casi al final del juego: una columna a punto de desplomarse. Con la excepción de que en esta versión del Jenga, las piezas no volvían arriba de la torre, estaban desperdigadas por ahí y mi trabajo fue ir trayendo de vuelta esos bloques, para reconstruirla. Había estado pegando con mucha delicadeza pieza por pieza (con pegamento de oro, así como el arte japonés kintsugi, ¿lo han visto?). Conseguí piezas que encajaban más fácil, otras no tanto, y así fui avanzando en integrarlas todas o casi todas. Como les conté en el newsletter anterior, tenía una pieza que la había encontrado desde el principio de todo este proceso, pero nada que podía devolverla a la torre principal. Era la que decía: usted no es su trabajo ni su profesión. También decía en letras pequeñas: ahora que usted vio más allá de su ego, llegó la hora de transformarse. ¡Wow! Le di muchas vueltas a la torre antes de poder encajar esa última pieza. Hasta que me rendí, dejé de resistirme... No hay acto que requiera más humildad, confianza, valentía, un corazón abierto y mentalidad de aprendiz que rendirse ante la vida. Ese día, justo después de gritar “¡me rindo!”, escribí vigorosamente en mi cuaderno una larga lista de todas aquellas cosas que me habían llevado al límite de ya no poder mantener con equilibrio la torre de Jenga, porque le faltaba ESA pieza, (la de la notita que les comenté más arriba y que a mi ego tanto le daba en la madre). Yo sabía que ESA pieza era la última para finalmente sentirme en complitud. |
|
Claro, me rendí porque estaba acorralada por la ansiedad, por mi niña interior pidiéndome explicaciones, por haber jurungado mi consciencia, que me mostró la grandeza de mi alma, y después quererme hacer la loca por un ratito más. En el mundo exterior, ESA pieza se traducía en renunciar a mi trabajo, pero en el mundo interior era más que eso. Era renunciar a mi sistema completo de pensamiento, cambiar diametralmente el lugar donde había estado parada en el mundo por 35 años. ¿Eso me tenía asustada? Sí, pero lo ansiaba con todo mi corazón. Desde ese momento de rendición hasta que pude completar mi torre de Jenga, pasaron muchos meses en los que navegué la aceptación y abandoné el sufrimiento, de eso también hablamos en la edición anterior. Y una vez completa la torre, experimenté la iluminación…. ¡jajaja! (inserte sonido de disco rayado) Naaaaaahhh… lo que sí llegó fue: LA COHERENCIA. |
|
La coherencia se siente como alinear todos los engranajes de una caja fuerte ubicada en el centro del pecho, para que esta se abra. Es la autenticidad que te permite vivir ligerito, sin tantas máscaras, sin nada que esconder, porque ya no hay sorpresas, ya sabes lo que puede salir de la caja de pandora de las sombras, no en vano las has recorrido todas. Es un fluir entre el SER y el HACER. No podría definir lo que es la coherencia tan magistralmente como lo hace la naturaleza. En ella todo es coherente, todo fluye y sigue su curso, nadie quiere ser quien no es, nada va más adelantado o atrasado en la vida, todo es como es gracias a la sinergia de todas sus partes. Me gusta hablar de coherencia porque somos seres en constante cambio, en evolución y crecimiento, y este estado interior se parece más a ese fluir que exige la vida entre lo que se alinea a nosotros o no, sin quedarnos pegados. Para la mente dualista que tenemos, es más “realista” ser coherentes que alcanzar la iluminación. Lo que sí he aprendido es que para mantener un estado de coherencia debemos ser curiosos y comprometernos con nuestro autoconocimiento. Conectarnos con nuestra historia y emociones. Ser fieles a nosotros mismos/as requiere estar atentos a la voz interior y a cómo nos sentimos ante los estímulos externos de nuestro entorno. Hacer lo que se espera de nosotros es cómodo, en cambio hacer lo que dicta nuestra alma, no siempre es cómodo, pero se siente MUY BIEN. Coherencia va de la mano con integridad. |
|
Cuando somos niños/as vamos desmembrando nuestra torre de Jenga. Vamos sacando o escondiendo aquellas piezas que nos dicen que no mostremos para que nos puedan amar, mientras que dejamos las que sí son aceptadas por nuestro entorno. Vivimos con la torre tambaleándose por muchos años, hasta que se cae por completo. Ahí es que llega nuestra noche oscura del alma. Volver a casa es recoger esas piezas y regresarlas a nuestra torre, para darnos cuenta de que, como decía Aristóteles -y aquí me pongo filosófica-, somos más que la suma de todas ellas, porque aún falta agregar a la fórmula lo que en esencia has vivido para poder reconstruirte. 🧩 ¿Cuál es esa pieza que le falta a tu torre de Jenga? |
|
📲 Yo que tú me guardo esta playlist: musiquita para cuando estamos en la noche oscura del alma. La música ha sido una gran compañera para mí, así que hice esta lista exclusivamente para ti, con esas canciones que me han acompañado en los momentos en que no estamos muy alegres como para bailar, pero necesitamos palabras lindas y un apapacho en el corazón. Pd: Siempre estoy alimentando esta playlist, así que encontrarás novedades bien seguido. |
|
✍️ Yo que tú me saco una hoja en blanco y la doblo en varias partes, para asignarle a cada sección un rol que te define en tu vida. Por ejemplo: Yo mamá/papá Yo empleada/o Yo pareja Yo hijo/a Yo amigo/a Yo hermano/a Y así cuantas secciones necesites. En cada sección vas a hacer una lista respondiendo esta pregunta: ¿Qué es eso que hago en mi rol de __________ y que luego me termino reprochando? Vuelvo al ejemplo: Yo empleada/o - Aceptar siempre todo el trabajo que me asignan, aunque esté full. Yo hermana/o - Cuidar a mis sobrinos cada vez que mi hermana/lo pide, aunque yo tenga planes. Una vez que lo completes, ya tienes el mapa a seguir de esas primeras acciones a tomar para empezar a alinear lo que ERES con lo que HACES. No hay coherencia, si no hay autoconocimiento. |
|
Nos leemos el próximo jueves 💚 |
|
Esta es la señal que estabas esperando para ALINEAR tu mundo exterior con el interior y empezar a vivir una vida auténtica✨ |
|
Agustinas 681 Santiago, Región Metropolitana 8900000, Chile |
|
|
|